sábado, 19 de septiembre de 2009

Lenguaje y arqueología

...lo único que nos es dado y que hay cuando hay vida humana es tener que hacérnosla, cada cual la suya.... La vida es quehacer 
(Historia como sistema) (1935).
Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo (Meditaciones del Quijote) (1914).
                                                     José Ortega y Gasset.


La mente humana es la mente humana y a la vez es la cultura, y si no se salva ésta no se salva aquella.
                                            José Luis Pinillos, La mente humana (1991).


Las características psicobiológicas de los seres humanos ofrecen un panorama fácilmente identificable con un estructuralismo funcional, es decir, con la base funcional sobre la que se va ha desarrollar nuestro pensamiento y conducta, siendo común en todos los seres humanos. No obstante, la forma en que esta percepción y procesamiento de la realidad va a dar lugar a la construcción socioeconómica y cultural, puede ser distinta en los diferentes grupos humanos que conocemos. En definitiva, lo que se quiere dar a entender es que las formas fisiológicas de percepción de la naturaleza (los cinco sentidos conocidos por todos: gusto, tacto, olfato, audición y visión), y su procesamiento en el sistema nervioso de los seres humanos, es igual para todos los de la misma especie. Por tanto, cada grupo social de una misma especie humana puede, independiente unos de otros, ir creando una estructura lógica social y personal diferente. Lo que en un principio es común, en su desarrollo se iría diversificando. Naturalmente, los componentes de cada una de las diversas especies de nuestro linaje, tendrían unas características funcionales propias, que limitaría la forma de adquirir y procesar la información del medio ambiente (Rivera, 2009).

En este sentido, es fácil admitir las citas de José Ortega y Gasset y de José Luis Pinillos con la que comienza este pots. Igualmente, hay que admitir que las cualidades de la información cultural que adquirimos en nuestra vida, son las que van a marcar las pautas de nuestro pensamiento, conducta y trabajo. Existe un estructuralismo psicobiológico y funcional que sólo asimila, procesa y actúa en consecuencia sobre lo conocido, aprendido o sentido. Por tanto, en función de lo aprendido, así podemos actuar. Lo que no se conoce es como si no existiera, cuando la realidad es, evidentemente, mucho más compleja de lo que pensamos.

En todas las disciplinas académicas existe una importante subjetividad inconsciente, consecuencia de su propia limitación teórica (lógica y base de la investigación); del excesivo parcelamiento doctrinal característico de la división científica actual; del uso exclusivo de la información que tal ciencia considere necesario para su desarrollo; de la excesiva parcelación analítica que se realiza para el estudio de cualquier problema (las partes), pero olvidando muchas veces las relaciones que existen entre esas y otras partes (el todo). En definitiva es la manifestación de la deformación profesional que afecta a todas las ciencias y a todos los que las estudian. La arqueología, sobre todo en lo referente al estudio del ser humano en la prehistoria, es un claro ejemplo.

Uno de los procesos que más se ha visto afectado por estas causas es el estudio sobre el origen y desarrollo del lenguaje humano (consciente y plenamente simbólico). Aunque se considera al lenguaje como parte indiscutible de los seres humanos, se estudia analíticamente como un proceso independiente de las conductas que estudia la arqueología, con la excusa de que el lenguaje no deja restos y por tanto no puede estudiarse (sería una parte). Es una conclusión muy superficial, pues todas las conductas humanas están estrechamente relacionadas y son dependientes unas de otras, ya sea en uno o varios factores a la vez (es el todo muchas veces olvidado).

Con estas ideas los arqueólogos se centran en el análisis de los datos observables que el yacimiento ofrece, pero ignoran los procesos cognitivos (abstracción, simbolismo, lenguaje) que son los responsables de su creación, por lo que a su vez, tales objetos o conductas son ejemplos palpables de su existencia, al menos en algún grado. Los estudios del lenguaje en la prehistoria se han extendido preferentemente en el seguimiento evolutivo del aparato fonador en general, así como de las áreas cerebrales que se pueden relacionar directamente con algún tipo de funcionamiento lingüístico (Broca y Wernicke).


El lenguaje (definición del lenguaje humano) es un complejo proceso conductual en el que están íntimamente relacionados los elementos psicobiológicos humanos, las condiciones sociales y demográficas de sus poblaciones, las características medioambientales en las cual viven, y el acervo cultural que pueden adquirir de sus ancestros en general (nicho cultural. Bickerton, 2009).

Los estudios multidisciplinares se hacen muy necesarios para comprender el origen y forma de desarrollo lingüístico de los seres humanos. Pues en el intento de analizar las partes (al menos las que podamos) y su interrelación, no hay que perder de vista el todo (síntesis multidisciplinar). Es el único medio que disponemos para evitar en lo posible la subjetividad científica y la deformación profesional que tanto se ha dado en esta faceta humana en los medios arqueológicos. En este sentido acabo de publicar en la revista mexicana Ludus vitalis un artículo que intenta cumplir con todos los requisitos anteriormente señalados (Rivera y Rivera, 2009).

* Bickerton, D. (2009): Adam´s Tongue: How Humans Made Language, How Language Made Humans. Nueva York: Hill and Wang.
* Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.

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