lunes, 1 de diciembre de 2014

Uso de la Psicología en Arqueología

A todos nos interesa conocer cómo ha evolucionado nuestro cerebro, pues su compresión es fundamental para poder estudiar el origen y desarrollo de nuestro comportamiento del pasado, presente y futuro. La Arqueología, como ciencia social, tiene sus propios contenidos metodológicos, pero en ciertos aspectos parecen insuficientes para lograr en máximo desarrollo de su principal cometido: la compresión de la conducta humana en el pasado. La independencia doctrinal que existe entre las diversas ciencias que estudian al ser humano ha favorecido la persistencia de la independencia de unas con otras, lo que en definitiva a lastrado el estudio del ser humano en el pasado. De entre las ciencias directamente relacionadas con el estudio de la conducta la Psicología es la más implicada en su análisis. 

La realidad es que el uso de la Psicología produce cierto ambiente negativo ante la dificultad práctica de su utilización como fuente explicativa de los procesos conductuales y culturales acaecidos en los tiempos prehistóricos. Sin embargo, siempre ha habido autores que han intentado aplicar sus teorías a la explicación arqueológica, naturalmente con diferente éxito, pero que en conjunto no han logrado introducir y mantener su interés en el mundo de la prehistoria. Podemos ver los diversos autores que han utilizado la psicología como método de estudio de la conducta humana en la entrada de este blog (Metodología de la Arqueología cognitiva).

La causa fundamental radica en es una ciencia ajena a la formación académica de la arqueología, teniendo caminos científicos y divulgativos totalmente diferentes. Sin embargo, la Arqueología y la Psicologíapor tener un cometido metodológico común (el estudio del ser humano), están condenadas a entenderse y trabajar juntas.


La Psicología como ciencia social

Como en todas las ciencias sociales, su comienzo y desarrollo se tuvo que realizar sin que existiera la más mínima indicación de cómo hacerlo. Su investigación sólo pudo comenzarse por medio de la propia introspección de los psicólogos, o de la interpretación que se ha dado de la conducta observada en los pacientes, sin poder tener una correlación neurológica que lo corroborara. Estos métodos contienen una importante subjetividad, tan clara que diversos autores opinan que la razón no es suficiente para entender nuestra realidad neurológica y psicológica, teniendo una gran capacidad de autoengañarnos sobre el funcionamiento cerebral en relación con el mundo en el que vivimos y consigo mismo, pues lo que conocemos del cerebro es sólo una pequeña parte de su compleja dimensión (Francis Harry Crick, 1987). 

Hipócrates
En la actualidad hay que admitir que “Nada en biología tiene sentido, excepto a la luz de la evolución”. (Theodosius Dobzhansky, 1973). Igualmente, hay que asumir que “Los hombres deberían saber que del cerebro, y nada más que del cerebro, vienen las alegrías, el placer, la risa y el ocio, las penas, el dolor, el abatimiento y las lamentaciones” (Hipócrates, 460-370 a.C.). Estos fundamentales conceptos nos llevan a una inequívoca conclusión: las características neurológicas y psicológicas (psicobiológicas) que van a posibilitar la conducta humana, deben de tener un origen en los procesos evolutivos que las crearon. Fuera de estas premisas básicas, no creo que existan explicaciones actualmente válidas sobre el origen y desarrollo de la conducta humana. Pero, a partir de este punto de partida común (evolución, procesos cognitivos y conducta), pronto se diversifican las formas de aplicación de tales conceptos. Las causas de esta divergencia conceptual se centran principalmente en dos hechos:

El mayor conocimiento que en la actualidad se está adquiriendo sobre los mecanismos de producción de los cambios evolutivos, como son la acción de la embriología, los genes reguladores, el ADN basura, la Epigenética, y otros que aún solo intuimos, lo que ya quedó explicado en otra entrada a este blog (La gran complejidad de la evolución biológica). La utilización o no tales mecanismos ofrece diferentes características psicobiológicas sobre las que van a poder desarrollarse las formas conductuales humanas.


Las propias características de la Psicología como ciencia. Su tardía creación como ciencia moderna hace que sus pilares doctrinales básicos estén condicionados a estudios muy recientes, estando limitada su correlación con la Neurología. Esta situación ha facilitado la perduración de diversas teorías, a veces opuestas en sus fundamentos (p.e. Psicología conductista, evolucionista y cognitiva).

En el inicio de la Psicología, y ante esta orfandad teórica y la necesidad de analizar la mente humana, los psicólogos han realizado una serie de conceptualizaciones (organización lógica y cognitiva basada en el conocimiento personal del problema a estudiar y, por tanto, subjetivo en algún grado) sobre las características cognitivas que observa en los seres humanos, a las que se denominan constructos. Los conceptos científicos como estrés, depresión y procesos cognitivos, así como casi todos los usados en la psicología, por ejemplo, inteligencia, frustración, inconsciente, emociones, actitudes, ego, fobias, ansiedad, motivación, aprendizaje, entre otros, no tienen una existencia concreta similar a las entidades físicas que se prestan a la observación sensible. Son conceptos que sobrepasan la observación empírica y muchas veces expresan supuestos teóricos. A tales conceptos se les llama actualmente “constructos o conceptos no observacionales” para diferenciarlos de los observacionales (Bunge, 1973). Los constructos no tienen referentes empíricos inmediatos Nadie ha visto ni ha tocado la inteligencia de alguien pero sí la puede inferir de la manera en que una persona es capaz de resolver ciertos problemas en relación con la manera en que otros los resuelven.

Por otro lado, la Neurología aún no puede ofrecer modelos ampliamente consensuados y delimitados que puedan explicar el soporte neurológico de los proceso cognitivos conocidos. En la actualidad, sólo podemos relacionar ciertas áreas corticales con diversas funciones cognitivas, pero de una forma poco exacta, pues se basan en experiencias observadas en lesiones neurológicas (traumatismos, cirugía, estimulación directa, etc.) y en las modernas pruebas funcionales de imagen neurológicas. En general se aprecia una funcionalidad global o multifocal que limitada a áreas concretas, aunque la impresión que nos ofrecen es que aún queda mucho que avanzar en este campo antes de poder relacionar procesos cognitivos funcionales con actividad neuronal precisa y concreta.

Sin embargo, algo si se ha avanzado, pues las tendencias psicológicas de mayor implantación social y académica explican la conducta humana bajo los aspectos evolutivos, cognitivos y de procesando la información externa y/o almacenada, aunque en la forma de realización existan importantes discrepancias. El principal motivo de polémica se centra en el diferente protagonismo que en el desarrollo conductual tienen la herencia genética y el medio ambiente, pues mientras unos otorgan una mayor predominancia a la base genética (Psicología Evolucionista), otros opinan que en medio ambiente tiene un carácter más trascendente (Psicología cognitiva: Procesamiento de la información). Estudiaremos brevemente las dos.

A.- La Psicología evolucionista.

La Psicología evolucionista (Evolutionary Psicology) aboga por que el aprendizaje de las actividades humanas (succionar la leche materna, hablar y entender un idioma, la caza, la recolección de vegetales, situaciones sociales, etc.) no pueda realizarse por la simple experiencia, siendo preciso que haya contenidos innatos preexistentes para que tal proceso de aprendizaje pueda tener lugar.

Como puede verse se basa en procesos evolutivos, cognitivos y de procesamiento de la información adquirida por las diversas terminaciones sensitivas humanas. El uso de la evolución que propone sigue a las formas más tradicionales del darwinismo, es decir, cualquier mutación que produzca un cambio anatómico debe de ser promovido o conservado por la selección natural, al tener una mejora conductual o, por lo menos, ser en principio neutro. Así, en cada cambio anatómico o conductual siempre se buscan las ventajas que pudieron favorecer su perduración. Puede que uno de sus principales inconvenientes de esta forma de ver a la evolución es el carácter independiente de cada uno de estos cambios genéticos, ofreciendo un panorama teórico de múltiples mutaciones que no se corresponde con los datos actuales de la genética humana evolutiva.

En este contexto, plantea un modelo en el que la mente está formada por módulos que resuelven problemas particulares y que han sido conformados por la evolución, de la misma manera que los órganos y funciones fisiológicas son producto de la evolución por selección natural de los caracteres físicos hereditarios. La cognición en los animales está formada por módulos funcionales relacionados entre sí, cada uno de los cuales trata un problema de conducta determinado (inteligencia técnica, lingüística, social y de la historia natural), es decir, cada función cerebral desarrolla un instinto. El ser humano no es distinto de los demás animales y, por tanto, comparte este esquema. La naturaleza humana se ha formado por la evolución de los instintos de nuestros antepasados primates y la aparición de otros nuevos bajo la presión adaptativa del nuevo entorno en el que vivieron los seres humanos durante la mayor parte de su historia. En definitiva, desarrollan un nuevo constructo como forma de explicar la evolución de la conducta.

Este concepto modular de la mente humana ha dado lugar a mucho debate, siendo la base diferencial con otras teorías psicológicas. El autor de este concepto fue el filósofo Jerry Fodor (1986). Uno de los autores que más defiende la visión de una mente modular es Robert Kurzban (2010). Tras la dificultad teórica de mantener un concepto de módulo cerebral en su concepto más elemental (áreas aisladas del cerebro con funciones determinadas), pues el desarrollo de la Neurología no favorecía tal idea, Kurzban y otros autores han redefinido el concepto neurológico y funcional del módulo.

Así, un módulo funcional no sería una zona aislada del cerebro, sino un mecanismo neurológico de procesamiento de información que nos permite resolver un problema concreto. Se habla más de función que de estructura neurológica. Hay que evitar pensar en el módulo como algo localizado en un lugar del cerebro, es decir, un nódulo de células en una región del cerebro. Un módulo puede ser algo muy extendido por el cerebro, un circuito extenso que realice una función. El cerebro albergará mecanismos especializados en escoger pareja, en vincular mutuamente el niño a la madre (el apego) en entender las intenciones y deseos de los demás (Teoría de la mente), condenar moralmente a los otros, etc. La relación entre estos módulos es muy variable, pues hay módulos diseñados para compartir información, otros más encapsulados que no están diseñados para compartir la información; hay módulos con acceso a la conciencia y módulos sin acceso a ella, etc.

El origen de todos estos módulos es evolutivo, aprovechando mutaciones que favorecían respuestas adaptativas a los problemas del medio ambiente. Se fueron formando contenidos neurológicos innatos preexistentes, que se trasmitieron a los descendientes y fueron configurando nuestra conducta, la cual, a pesar de tener un importante componente innato, siempre precisa de una experiencia que procesar. La acción de estos módulos puede considerar como de instintos. Estos se manifiestan en la forma de impulsos, deseos y sentimientos. El hombre tiene una capacidad (un instinto) muy desarrollada para considerar, consciente e inconscientemente una gran variedad de impulsos y deseos y cotejarlos contra una base de experiencias anteriores para adivinar cuál de sus deseos es más factible en cada momento en función de las expectativas y cual tiene que mantener en cola de espera o bien reprimir.

En sentido coloquial se entiende como instintos una serie de "bajos" impulsos que están determinados al 100% de forma innata. El deseo de alimentarse, tener sexo etc. Bajo la Psicología evolucionista un instinto es el resultado de la actividad de un módulo funcional del cerebro que trata un determinado problema, y no hay problema que no esté tratado por uno o varios de esos módulos. Un módulo o instinto genera conductas que no son innatas en general sino que dependen del ambiente para su realización. Por tanto, instinto es lo que subyace debajo de cualquier conducta, se considere básica o elevada.




Esta tendencia de explicar la conducta humana bajo el prisma modular de la parcelación neuropsicológica, es la base de diversos medios arqueológicos. Destacan los trabajos de Steven Mithen, del que podemos ver un resumen de los mismos en la entrada de su nombre en tes blog.   



B.- Psicología cognitiva: Procesamiento de la información.

En un sentido teóricamente opuesto a la Psicología evolucionista tenemos aquellas psicologías que apoyan más a la experiencia, y poco o nada a los instintos, como principal motor de la conducta humana. Aunque todas son evolutivas, cognitivas y necesitan de un adecuado procesamiento de la información, sus formas difieren sustancialmente al explicar nuestra conducta. En un extremo se sitúa un tipo de determinismo cultural, claramente expuesto por el concepto de tabula rasa. En filosofía, tabula rasa o tabla rasa hace referencia a la tesis epistemológica de que cada individuo nace con la mente "vacía", es decir, sin cualidades innatas, de modo que todos los conocimientos y habilidades de cada ser humano son exclusivamente fruto del aprendizaje a través de sus experiencias y sus percepciones sensoriales. La Psicología cognitiva trata de explicar la conducta humana a través del mejor conocimiento de las entidades mentales o cognoscitivas, pues son ellas las que realizan las acciones que nos caracterizan, sobre la base de la información que reciben por medio de los receptores sensoriales. Esta nueva dirección metodológica parece que presenta actualmente una importante aceptación conceptual en la explicación de los procesos conductuales (Belinchón et al. 1992).

Uno de los enfoques más aceptados de la Psicología cognitiva corresponde al denominado Procesamiento de la información, que se asocia a la concepción del ser humano como un sistema neurológico capaz de recibir, procesar, almacenar y recuperar la información que le llega a través de sus sentidos (González Labra, 1998). Conceptualmente se basa en que todo proceso mental o cognoscitivo tiene como origen la información que previamente el cerebro ha tenido que recibir y procesar (Leahey, 1980). Sin embargo, esta capacidad de procesamiento de la información no es totalmente libre e independiente, pues estaría limitada por las características psicobiológicas de cada persona. Éstas, en función de su propia herencia genética, no son iguales y juegan un papel importante en el desarrollo de la conducta. La famosa “tabula rasa” en la práctica no existe pues es inviable su realización. Desde el mismo momento del nacimiento se va a producir una organización psicológica, que depende de varios factores fundamentales en la futura conducta del neonato (La herencia neurológica humana).

- Control de la homeostasis de carácter innato y de funcionamiento inconsciente.
- El temperamento o la manera particular y natural con que un ser humano interactúa con el entorno. Es hereditario, aunque influenciable hasta cierto grado por los factores. Es la naturaleza general de la personalidad de un individuo, basada las características del tipo de sistema nervioso. Está relacionado con la influencia endocrina (que se debe a los genes, y que se manifiesta en determinados rasgos físicos y psicológicos).
- Capacidades cognitivas racionales o de control de la información que se recibe. Serían las capacidades cognitivas primarias (memoria, funciones ejecutivas, motivación, ciertos niveles de abstracción y simbolización, etc.) que la evolución haya otorgado, por medio de la herencia genética de sus padres, a ese nuevo ser.
- Con la influencia de los estímulos externos. Es la experiencia necesaria para el desarrollo cognitivo humano.
Las emociones de un claro componente innato, pero que su desarrollo estaría muy relacionado con la evolución de las capacidades cognitivas primarias y secundarias, entre la que destaca la autoconciencia (emociones autoconscientes).


De la unión de estos procesos en el recién nacido, y dentro de una ambiente social, se irían formando una seria de capacidades cognitivas secundarias o emergentes (lenguaje, simbolismo, autoconciencia, etc.) y un determinado desarrollo de las primarias a niveles más altos. Así, después del parto se inicia un proceso de organización psicobiológica, basado en la interacción de las características psicobiológicas heredadas con el medio ambiente con el que se está inmerso continuamente. La consecuencia sería la conducta humana con las características actuales.

Conclusiones básicas

Dentro de la Arqueología o del estudio evolutivo de nuestra conducta, aparece el problema de qué teoría psicológica usar. En principio, con los medios en exclusiva de la metodología psicológica es muy difícil realizar tal elección, pues no existen suficientes criterios en su disciplina que otorgue mayor credibilidad a una u otra tendencia teórica. Sin embargo, la aceptación de uno u otro modelo es importante en la explicación del origen y desarrollo de la conducta humana, pues originan formas de desarrollo cultural diferentes. Mientras que la Psicología evolutiva se adapta mejor a la existencia de instintos mediante la tradicional forma gradualista del darvinismo, los psicólogos sociales apoyan más la idea del carácter emergente y cultural de muchas de las cualidades cognitivas del ser humano (Ardilla y Ostrosky-Solís, 2008; Belinchón et al. 2000).

No obstante, la definición de instinto por la Psicología evolutiva no deja de semejarse a las capacidades cognitivas básicas (posibilidad de generar una determinada conducta en un medio adecuado) que exponen la psicología cognitiva social, y que ambas tienen cierta base innata (la funcionalidad del cerebro que heredamos). Los dos modelos tienen una base genética que lo posibilita, y necesitan de un medio ambiente que los desarrolle, la diferencia puede ser simplemente de grado o de concepto, pero prácticamente imposible de especificar. La propia funcionalidad cerebral en un medio concreto podría interpretarse como contenidos innatos preexistentes adquiridos por la evolución. Aunque el posterior desarrollo de carácter emergente es muy difícil asimilarlo a las teorías de la Psicología evolutiva.

La interdisciplinariedad nos puede ayudar en esta compleja elección, pues los cometidos de otras ciencias relacionadas con la conducta humana nos pueden indicar con cual forma de entender la psicología humana se acoplan mejor entre todas ellas. El uso de la Neurología, Biología evolutiva, Lingüística, Antropología social y la propia Arqueología se acomodan fácilmente dentro de las propuestas de la Psicología cognitiva: Procesamiento de la información.


* Ardila, A.; Ostrosky-Solís, F. (2008): Desarrollo Histórico de las Funciones Ejecutivas. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, Vol.8, No.1, pp. 1-21.
* Belinchón, M.; Igoa, J. M. y Riviere, A. (1992): Psicología del lenguaje. Investigación y teoría. Ed. Trotta S.A. Madrid.
* Bunge, M. (1973). La Ciencia, su Método y Filosofía. Edición Siglo XX, Buenos Aires.
* Crick, F. H. (1987): Reflexiones en torno al cerebro. En El cerebro. Libros de Investigación y Ciencia, Ciencia Científica, Barcelona.
* Dobzhansky, T. (1973). Nothing in biology makes sense except in the light of evolution. The American Biology Teacher, 35, 125-129.
* González Labra, M. J. (1998): Introducción a la Psicología del Pensamiento. Trotta. Valladolid.  
* Fodor, F. (1986): La modularidad de la mente. Ediciones Morata, Madrid. 
Kurzban, R. (2010): Why everyone (else) is a hypocrite. Evolution and the Modular Mind. Princeton university Press.
* Leahey, T. (1980): Historia de la Psicología. Ed. Debate. 1982. Madrid.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Las manos paleolíticas. La cueva de Gargas

Las representaciones gráficas paleolíticas son muy numerosas y variadas. Sin embargo, hemos de reconocer que estas expresiones gráficas se basan en temas conocidos de la vida cotidiana, es decir, que tratan sobre temas presentes en la sociedad y en el medio en el cual vivían. La iconografía se limita a tres grandes grupos, cuya relación entre ellos aún no es muy conocida.

- Relacionados con los seres humanos tenemos las figuras de manos, manifestaciones de órganos sexuales (vulvas y penes), y representaciones humanas (antropomorfos y teriomorfos), que pueden ser naturales o esquemáticas. Forman un grupo algo heterogéneo pero con un lazo de unión muy significativo: el ser humano.


- Un amplio bestiario de figuras de animales peligrosos y nunca como meta de caza (leones, rinocerontes, etc.) o relativamente poco peligrosos y como meta de caza (bisonte, cabra, etc.). Son los más numerosos y más llamativos por su alto niveles de representación.

- La representación de gran variedad de signos, que sin duda estarían de alguna forma relacionados con los anteriores grupos. Son muy numerosos y variados, posiblemente de diversos significados.

No es difícil concluir que las todas estas figuras, dentro de una misma relación topográfica, social, espacial y temporal, debieron de tener lazos comunes de significación. El problema es encontrar tales lazos con un fundamento teórico mínimamente aceptable, lo que debería de realizarse dentro de la Arqueología cognitiva, pero dado su parco desarrollo no ha podido ofrecer una metodología adecuado para tales estudios. Dentro del primer grupo, que en teoría es un poco marginal en número, tenemos que son muy tempranos en todas sus manifestaciones (manos, órganos sexuales, antropomorfos y teriomorfos) y formas (pinturas, grabados y esculturas). En otras entradas anteriores podemos ver como las manos figuran entre las dataciones más antiguas que rondan sobre el 40.000-35.000 BP, comenzando dentro del Auriñaciense, aunque la mayoría son del Gravetiense (Inicios del arte paleolítico; Arte paleolítico.Antigüedad y relaciones sociales).

Podemos pensar que los animales son el centro de la interpretación del arte paleolítico en todas sus épocas, en función de su variedad y número, pero hay que pensar en que siempre giran en torno de un concepto humano (sin duda poco conocido), es decir, sean lo que signifiquen tales representaciones siempre serán concepciones simbólicas del mundo (vivencial o espiritual) en el que viven los seres humanos que las crearon. Las representaciones humanas en el arte paleolítico serán menos numerosas, pero forman el eje del conjunto de significados que puedan entrañar estas muestras de representaciones graficas.

Las manos dentro de las representaciones gráficas

Las manos en el arte rupestre constituyen una muestra iconográfica muy interesante, pues su significado estaría relacionado con componentes sociales, personales y espirituales que pueden variar según su ubicación. Su distribución en el paleolítico europeo abarca unos 20 yacimientos. En España las encontramos en Altamira, El Castillo, La Pasiega, La Garma, Fuente del Trucho, Fuente del Salín, Maltravieso, Tito Bustillo. En Francia en Gargas, Tibiran, Cosquer, Trois-Fréres, Perch-Merle, Le Fieux, Roucadour, Arcy-sur-Cure, Les Merveilles, Font de Gaume, Bernifal, Erbérua, Chauvet, Moulin-de-Laguenay, Bison, Les Combarelles, Paglicci, Labattut y Poisson (Sanchidrían, 2001).

Panel manos de  El Castillo
Las manos son una muestra de cómo una parte (manos) puede representar a un todo (ser humano que la realiza). Difieren de las demás muestras gráficas en su técnica de realización (impronta de color ya sea negativa o positiva), pero sobre todo en que son una imagen real de sus autores, son como una huella de su existencia. Sin embargo, aunque desconozcamos su significado exacto, si podemos establecer una división general en función de su ubicación. En general, la intención de separar las manos del área de hábitat, para un preciso fin no bien conocido, es una conducta social-simbólica que se inicia precozmente desde el Auriñaciense. Paralelamente, existen paneles de manos que coexisten con las zonas de habitación, pudiendo ser vistas continuamente por los miembros del grupo social, lo que parece que sería una consecuencia de su creación, es decir, ser vistas constantemente sin tener que desplazarse. El simple o complejo aislamiento (depende de lo alejado que se realice del hábitat) de la vista de la sociedad de estas, tendría un diferente significado simbólico. Su estudio se escapa de los ámbitos de este pots, pero que desde la Arqueología cognitiva se están realizando estudios para intentar su aclaración (Rivera y Menéndez, 2011).

Pero, ¿a qué todo representan? La respuesta la debemos buscar en las características espaciales de su ubicación y en la forma de representación (aislada o en grupos). Las manos aisladas que se encuentran en zonas profundas y oscuras de las cavidades, no dejan de ser partes de un todo que exija estas características (teriántropo). Las manos, teriántropos y algunos antropomorfos pueden ser las manifestaciones de un mismo proceso, siempre y cuando cumplan las condiciones expuestas anteriormente, aunque muy difícil de precisar.

Habría que valorar su gran facilidad de representación en cualquier función, de una manera más rápida y simple. Hay que tener en cuenta lo fácil de su realización, que son como un aparte de su autor, que son muy antiguas (p. e. El Castillo) y desde su inicio algunas de ellas se introducen dentro de las cavidades y están aisladas. Veremos su ubicación y distribución en una de las cavidades más representativas de estas manifestaciones gráficas. La cueva de Gargas.

La cueva de Gargas

- Uso y distribución general de la cueva.


La cueva de Gargas está situada en el territorio del municipio de Aventignan (Hautes–Pyrénées, Francia). La cueva se compone de dos partes, una inferior que es en muy ancha y alta, mientras que la superior (por estar más alta) es más pequeña y estrecha. Se comunican por un pasadizo muy estrecho que obstruyó ya en el Paleolítico, lo que indica que son como dos cuevas separadas a efectos de la vida paleolítica. Actualmente, se ha realizado un túnel que permite el paso a los visitantes desde la parte inferior (entrada) a la superior para salir.

La cueva fue habitada durante el Musteriense y el Paleolítico superior inicial, pues con el Gravetiense se acaba su andadura como hábitat, provocado por un derrumbe que la inutiliza para tal fin. Este hecho es de gran importancia pues nos ofrece un importante dato sobre su cronología y atribución cultural. El hábitat se extiende por sobre todo por la Sala I (ver mapa), sin descartar alguna extensión a la Sala II. Las excavaciones actuales y antiguas se han localizado en la primera sala, inmediatamente después del derrumbamiento que obstruyó la entrada.

- Representaciones gráficas.

Manos agrupadas en panel (Gargas)
Las representaciones gráficas se distribuyen prácticamente por toda la cueva inferior. Las manos son muy numerosas (231) y están pintadas en su mayoría de negro (143), de rojo (80) de ocre (5) y otros (3). No todas se pueden describir con exactitud, pues su delicada conservación impide poder ver bien a todas. No obstante, podemos recabar la existencia de manos izquierdas (136) y derechas (229). Un dato que siempre ha llamado la atención es la posible mutilación de los dedos, pues de las manos bien reconocibles tenemos intactas (10) y con mutilaciones o lisiadas (144). Sus dimensiones permiten atribuir a sus autores como de todas las edades y sexo.

La mano del nicho
Se distribuyen en 10 conjuntos en la primera sala, la mayoría de ellos en la pared izquierda de dicha sala, muy cerca del yacimiento y a la vista de sus habitantes. El más lejano se encuentra en el inicio de la Sala III (Santuario de las Manos). Un poco antes se encuentra “La mano del nicho”, mano negra, aislada y con la falta de dos falanges. Repartidas por el interior se encuentran otras 32 manos negras y rojas, estando en general aisladas.

Manos de Gargas con dedos "amputados"
La falta de falanges siempre ha llamado la atención, por lo que se han realizado diversos estudios enfocados al análisis de sus causas. Pueden ser el resultado de doblar los dedos en el momento de su realización; ser amputaciones reales por enfermedades como la de Raynaud o de Ainhum, accidente o rito social; representan un lenguaje de signos (Leroi-Gourhan); o son parte de una interpretación chamánica del trance, en el que la mano comienza a atravesar la pared hacia el mundo espiritual (Jean Clottes). Es muy difícil llegar a conclusiones bien fundamentadas, sobre todo porque es posible que se dieran a la vez algunas de estas teorías. La amputación real es muy posible que sea cierta, en un mundo frío que favorecía muchas lesiones y enfermedades, con una utilización de las manos como principal herramienta de subsistencia (trabajos tecnológicos, caza, recolección, etc.), y en constante relación con numerosos peligros en sus actividades logísticas (depredadores, accidentes, agresividad medioambiental, etc.). Aunque su gran número parece exagerado como causa única de tales amputaciones. Las amputaciones rituales en señal de duelo, vistas por comparaciones etnográficas actuales, no tienen mucho fundamento, sobre todo la gran pérdida de utilidad que en algunos casos se aprecia en manos muy mutiladas. Por otro lado, en el periodo del inicio del paleolítico superior no está demostrado que existieran ritos de duelo tan elaborados como en las poblaciones posteriores con una diferencia temporal de casi 30.000 años.

La posibilidad de que con los dedos doblados se quiera indicar “algo” presenta cierto interés añadido a su producción, pero debería de ser un concepto muy limitado en su muestrario visual. La idea de Leroi-Gourhan de indicar un lenguaje de signos que utilizan en la caza o para la transmisión de los cuentos de iniciación, parece muy sofisticada y poco realizable, tanto por su delimitado desarrollo cognitivo como por la parquedad de símbolos (falta de dedos) que utilizar en su declamación. Si podría indicar cierta relación familiar que les separase del resto del grupo, lo que aumentaría su concepto de individualidad personal y social restringida. Cada grupo familiar tendría una simbolización digital (individualidad social restringida), pero todos entran en los paneles (individualidad social plena). Igualmente, podría reflejar cierta estructuración social y laboral, pero es imposible aportar datos al respecto.

Las pinturas y grabados de animales se dan en 148. La mayoría de ellas se sitúan en lugares de difícil acceso. Salvo algún grabado en la Sala I situados enfrente de la pared con las manos, se sitúan en la Sala II (Baldaquín) y sobre todo en la Sala III, bien adentro de la cueva. La fauna representada son bueyes (19), bisontes (35), caballos (43), íbices 815), alces y cérvidos (9), Mamuts (6), pájaros (2). Los animales únicos son varios: oca salvaje, jabalí, oso, felino, posible cuervo. Estos últimos a veces de difícil identificación.

Aunque hay ciertas anomalías, tradicionales en todos los yacimientos con pinturas en cuevas, puede concluirse que en la zona de hábitat o muy próximo a él se sitúan los paneles de manos, que pueden ser vistos constantemente por la población. Parece que reflejan de alguna manera a la sociedad, estructurada o no (mensaje de los dedos), pero real y cohesionada como grupo en estas manifestaciones gráficas. Su origen es claramente social, propio como grupo, o indicativo de uso de la cueva para otros humanos que llegaran en periodos en los que no estuvieran.

Sin embargo, las manos aisladas (igualmente mutiladas, pues también serían miembros de la sociedad más o menos estructurada) parecen que dan paso a un mundo diferente o espiritual, guiados o encauzados por los intermediarios paleolíticos (teriomorfos o manos con representación del todo). Su significado, aún poco claro, es social pero con un matiz muy especial, pues estaría relacionado con unas creencias de carácter espiritual de muy difícil aclaración. La mayoría de los animales se encuentran en la zona espiritual, tras el paso de la mano del teriomorfo. Ver conductas espirituales o religiosas en el blog (Rivera y Menéndez, 2011).

Conclusiones

Los datos de una sola cavidad (Gargas) solo pueden ser indicadores de las características generales de las pinturas paleolíticas. Las conclusiones deben de realizarse mediante estudios globales, los cuales, al aportan muchos más datos, nos facilitan la tarea de su complejo análisis.

- No todas las representaciones gráficas de manos tienen el mismo significado. Su relación con el hábitat y formación de grupos o no pueden ser datos muy significativos.

- Su representación como parte de teriántropos (p.e. “La mano del nicho”) sería muy significativa para la explicación general del arte paleolítico realizado en la profundidad o en lugares ocultos de las cuevas.
Teriántropo de Chauvet

- Las manos, como parte del significado del uso de las cavidades, tendrían una relación con el bestiario representado.

- Planteamiento del problema dentro del contexto cognitivo humano. El inicio del Paleolítico superior coincide con el desarrollo de la autoconciencia en niveles que podríamos llamar como modernos (conciencia de uno mismo en el tiempo y en el espacio). Esto limita mucho las posibilidades explicativas, pues los niveles de autoconciencia, aunque considerados como modernos, fueron muy diferentes a los nuestros en la actualidad. No se pueden extrapolar conductas, ideas o conceptos actuales a aquellas fechas y poblaciones. El desarrollo cognitivo es una constante que se genera, se mantiene y se transmite por medio del lenguaje, y este lleva desarrollándose solamente unos 2,5 millones de años, y con características modernas unos 40.000 años.

- Los conocimientos solo pueden adquirirse del medio ambiente en el que se vive. El cerebro solo es un procesador (racional y emocional) de los datos que adquiere. La existencia de “otro mundo” diferente al que se vive, solo puede adquirirse de las sensaciones y experiencias que producen los estados de conciencia alterados. Podemos conocer el inicio del proceso, pero no su desarrollo práctico y social. Lo que sí parece cierto es que las manos aisladas y en lugares profundos tuvieron un papel importante en este proceso, muy posiblemente como representantes del todo que serían los teriomorfos.


* SANCHIDRIÁN, J. L. (2001): Manual de arte prehistórico. Ariel.

domingo, 12 de octubre de 2014

Los inicios del “arte paleolítico”

Una de las representaciones simbólicas del Paleolítico que más interés despierta en todos los ámbitos sociales y culturales son sus manifestaciones gráficas o el discutido y posiblemente mal llamado “arte rupestre”. Tal interés abarca todas sus facetas (simbolismo, cronología, autores, aspectos gráficos de todo tipo, etc.), pero siempre existen los mismos inconvenientes, la falta de datos o la incertidumbre sobre los pocos que poseemos. Uno de ellos corresponde a la gran dificultad que existe en la datación de las pinturas y gravados rupestres. Sin embargo, las características geológicas de las cuevas a aportado una forma de datación bastante precisa que ha sido utilizada en estos últimos años. Me refiero a la datación de la costra calcárea que recubre algunas de las pinturas y grabados paleolíticos, lo que se ha conseguido por medio de controlada degradación de las series de Uranio (234U/230Th), cuya precisión es mayor que la lograda por los métodos del 14C AMS.

Mano estarcida de Maros (publicado en Nature)
Recientemente se ha podido aplicar este método a unas pinturas rupestres situadas en unas cuevas kársticas de Maros, en la isla de Sulawesi en Indonesia, las cuales ya eran conocidas desde hace unos 50 años. La sorpresa apareció cuando algunas dataciones realizadas sobre una serie de doce impresiones de manos estarcidas y dos figuras de animales (un babirusa y posiblemente un cerdo) dieron una antigüedad de 39.000 y 35.400 años. El descubrimiento fue publicado en la revista Nature.

Babirusa y mano de Maros (publicado en Nature)
Cierto revuelo se movió en el mundo de la arqueología, pues estas dataciones las sitúan contemporáneamente con las dataciones más antiguas del arte parietal europeo. Concretamente con el disco rojo de El Castillo (unos 40.000 años) y las pinturas de Chauvet (37.000 años). Sin embargo, en Australia se conoce una muestra de arte rupestre con la pintura de un ave extinta desde hace más de 40.000 años. Se trata de aves Genyomis localizadas en la meseta de Arnhem, al norte de Australia. También, de los primeros pobladores de Australia conocemos evidencias de arte rupestre en NawarlaGabarnmang con una antigüedad que puede llegar a los 45.000 años.

Aves Genyornis de la meseta de Arnhem
Interior de Nawarla Gabarnmang (foto Jean.Jacques Delannoy)

Interpretaciones

Actualmente conocemos que la colonización de Homo sapiens de Indonesia y de Australia se produjo antes que la colonización de Europa, por lo que es posible que en Australasia existieran pinturas rupestres tanto o más antiguas que las europeas. Las conclusiones ante estos nuevos datos no se han dejado esperar, y en general tienden a manifestar que la capacidad de creación artística fue un patrimonio de toda la humanidad que salió de África hace 50.000 años. Históricamente, los arqueólogos han pensado que el “arte rupestre” surgió por primera vez en Europa, con una edad mínima de unos 41.000 años para el más antiguo fechado hasta ahora, un disco rojo de El Castillo. Pero la evidencia parece indicar que no fue así.

Siempre se ha asociado la creación de manifestaciones gráficas con la posesión de mentes abstractas y simbólicas, que pueden crear abstracciones de realidades conocidas y poder simbolizarlas en un dibujo, grabado o escultura. Para los autores de la investigación, el arte rupestre podría haber surgido de forma independiente más o menos al mismo tiempo en las primeras poblaciones humanas modernas de Europa y del sudeste asiático, o podría haber sido ampliamente practicado por los primeros humanos modernos que salieron de África decenas de miles de años antes. Si es así, entonces este tipo de arte podría tener orígenes más profundos.

Sin poder utilizar más datos o matizar los obtenidos por métodos de análisis más adecuados en los problemas de la cognición humana, todas las posibilidades pueden ser ciertas, aunque se limitan a las dos señaladas. Sin embargo, a pesar de introducir términos cognitivos como causa de su origen (abstracción y simbolismo), no pueden entrar en una explicación más acorde con la realidad cognitiva de los seres humanos del momento. El papel de la Arqueología cognitiva se hace necesario para lograr explicaciones más adecuadas, amplias y con mejor base.

Visión desde la Arqueología cognitiva

La Arqueología cognitiva debe ser la encargada de analizar el origen y desarrollo de la conducta simbólica humana. En este contexto, lo primero que hay que tener en cuenta es que la simbolización es el proceso que nos hizo humanos, pues toda la conducta humana tiene un componente simbólico. El simbolismo va aumentando en progresión geométrica según vayan evolucionando nuestras capacidades cognitivas, y se desarrollen los métodos de almacenaje, procesamiento y transmisión de la información lograda (lenguaje). En este sentido invito a los lectores a escuchar el audio de la UNED realizado por Mario Menéndez (De cómo la simbolización noshizo humanos - 07/10/11).

Las capacidades cognitivas humanas (simbolismo, abstracción, lenguaje, funciones ejecutivas, etc.) no son entidades cognitivas aisladas que pueden aparecer independientemente de otras capacidades que lo posibilitan. La Neurología y Psicología actuales (grandes desconocidas en el mundo de la Arqueología, a pesar de realizar constantes inferencias teóricas y metodológicas) indican la gran interconexión existente entre las diversas capacidades humanas, así como un funcionamiento complejo y altamente generalizado entre los diversos componentes de nuestro cerebro. Las capacidades cognitivas que posibilitan la creación de las pinturas parietales son diversas (abstracción, funciones ejecutivas, autoconciencia, etc.), siendo su acción conjunta la que posibilita la producción de tales manifestaciones gráficas. En conjunto forman lo que se llama un contexto cognitivo, cultural y simbólico, que posibilitan tal creación pictórica. Pero tal contexto cognitivo no ha existido siempre sino que ha sido necesario crearlo, simbolizarlo, trasmitirlo y conservarlo. Así, para entender la creación de tales pinturas es necesario tener en cuenta las siguientes condiciones:

- La evolución biológica nos dota de unas capacidades funcionales innatas (capacidades cognitivas elementales o básicas) como son ciertos niveles de memoria, funciones ejecutivas, atención, motivación, creatividad, razonamiento, percepción, etc. Su repercusión en la conducta depende de su potencialidad efectiva y de su desarrollo (desarrollo cognitivo) (Vygotsky, 1920; Rivera, 2009).


- Cuando la evolución neurológica sea suficiente y las características ambientales adquieran un nivel adecuado, pueden producirse nuevas capacidades de naturaleza sociocultural, las cuales sólo existían como potencialidad. Son las capacidades cognitivas emergentes o superiores (p. e. la conducta simbólica, la autoconciencia, lenguaje simbólico, escritura, etc.) (Vygotsky, 1920; Edelman y Tononi, 2000; Searle 2000; Mora, 2001; Álvarez Munárriz, 2005; Tomasello, 2007; Ardila y Ostrosky-Solís, 2008; Renfrew, 2008).

- Nuestras características neurológicas y psicológicas muestran la necesidad de un medio ambiente adecuado que hay que crear (social, económico, tecnológico, lingüístico, etc.) para que las capacidades cognitivas básicas se desarrollen adecuadamente. Podría definirse como un nicho cultural o cognitivo que posibilite tal desarrollo (Tomasello, 2007; Bickerton, 2009).
Todos los humanos anatómicamente modernos tenían la capacidad cognitiva para crear tales pinturas, pero para lograr un desarrollo cognitivo adecuado había que crear un ambiente social, económico, tecnológico, y lingüístico adecuado, lo que en el principio de la dispersión del Homo sapiens por el Viejo Mundo llevaría su tiempo y adquiriría un aspecto de heterogeneidad en el tiempo y en el espacio. Cuando el contexto cognitivo fue el adecuado, permitiendo el desarrollo de nuestras capacidadescognitivas, se producirían las pinturas en Indonesia, en Australia y en Europa.

Es curioso como múltiples ciencias (incluso la Arqueología cognitiva) se han dado cuenta de que la evolución ofrece unas capacidades cognitivas que necesitan de un medio ambiente adecuado para su desarrollo, pero en la interpretación puntual de hechos arqueológicos prácticamente se ignora, especulando con ideas opuestas y prácticamente sin fundamento. Se pueden mostrar algunas ciencias y autores que corroboran tal hecho:

- Arqueología. La sapient paradox expuesta por Renfrew (1993, 2008), donde la evolución ofrece posibilidades cognitivas a desarrollar en función de las características medioambientales. Implica el concepto de emergencia y de exaptación evolutiva.
- Etnología y Antropología. La apreciación etnológica de que otras poblaciones humanas actuales presentan concepciones sobre el tiempo, espacio y la realidad personal y social muy diferentes a las nuestras. Se adapta a las características generales del anterior (emergencia e influencia del medio ambiente) (Hernando, 1999). Muchos antropólogos creen que las características del medio ambiente en el que se vive tienen una influencia fundamental en el origen y desarrollo de las formas culturales observadas (Ramírez Goicoechea, 2009).
- Psicología. Todo aislamiento o déficit social produce un gran deterioro cognitivo en sus aspectos emocionales, racionales y lingüísticos, lo que no puede corregirse bien si ya se ha pasado el periodo crítico (Belinchón et al. 1992; Vygotsky, 1920; Bruner, 1984; Luria, 1987).
- Neurología. La formación de las redes neuronales depende de la cantidad y calidad de los estímulos sensoriales que el cerebro recibe desde el nacimiento hasta el fin del periodo crítico. La plasticidad neuronal continúa funcionando después de dicho periodo aunque de forma más restringida (Rakic, 1995; Nieto Sampedro, 1996; Flórez et al. 1999; Damasio, 2010).
- Biología evolutiva. La evolución neurológica presenta un importante desarrollo de las áreas de asociación corticales. Éstas al nacer casi no tienen funciones conductuales, pues necesitan estímulos externos para desarrollar su función. Su estructuración definitiva dependerá de las características medioambientales (Rakic, 1995).

El uso de la interdisciplinariedad, con una buena adaptación teórica de las ciencias relacionadas con la conducta, lleva a esta conclusión como la más verosímil y que mejor explica los datos arqueológicos (Rivera, 2009), entre los que se encuentra la posibilidad de que las pinturas rupestres se creen en diversos lugares y diferentes periodos.

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