martes, 13 de enero de 2015

El teriántropo de El Castillo

Las manifestaciones gráficas del Paleolítico son una muestra de la capacidad simbólica de los seres humanos que las crearon. Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de estudios que se han realizado para su interpretación, aún no tenemos seguridad sobre las causas que los motivaron. Es posible que éstas tengan un múltiple origen, lo que dificulta enormemente su estudio. En este contexto, ya realicé un breve estudio sobre tales causas (Arte paleolítico. Consideraciones sobre su estudio).

Ahora voy a analizar brevemente una particular manifestación gráfica, que puede tener en su propio significado una de las claves para entender algunas de las causas que generaron estas expresiones gráficas. Me refiero a la figura esculpida y pintada sobre una gran estalagmita situada en la sala B de la cueva de El Castillo que representa una figura muy especial, es decir, un teriomorfo o teriántropo.

Los teriántropos son pinturas, grabados o esculturas que representan a un ser con parte humana y parte animal. El término proviene del idioma griego terrino (Θηριον), significando “animal salvaje” o “bestia”, y anthrōpos (ανθρωπος), que significa “hombre”·.Tal combinación se ha visto utilizada en numerosas comunidades humanas desde el Paleolítico, lo que no quiere decir que su significado sea homogéneo en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, tras la definición aparentemente precisa (parte humana y parte animal), existen diversas dificultades en su identificación, así como de su separación con los antropomorfos (figuras humanas no bestializadas), que muchas veces fueron realizados con un acabado gráfico de muy poca definición o con una iconografía extraña y/o aberrante, siendo muy difícil distinguir si se trata de una cabeza de animal o humana con formas parecidas a algún animal. 

La cueva de El Castillo es un enclave arqueológico localizado en el monte homónimo del pueblo de Puente Viesgo (Cantabria). En el mismo monte se encuentran otras cuevas con excelentes expresiones gráficas (Las Monedas, Las Chimeneas y la Pasiega). El yacimiento arqueológico situado a la entrada de la cueva es uno de los más importantes de Europa, pues con sus tempranas dataciones radiocarbónicas y su enorme potencia estratigráfica del Paleolítico medio y superior, ha aportado importantes datos de estos periodos y de su propia transición.

En su interior encontramos un importante conjunto de arte rupestre de unas trescientas unidades gráficas, de las cuales casi doscientas son animales, medio centenar manos en negativo y un número similar signos. De entre todos, destaca el gran panel conocido como «el techo de las manos», con representaciones de manos humanas en negativo que se despliegan junto a figuras de bisontes, ciervas y caballos, tanto pintados como grabados.


Hombre-bisonte de El Castillo

La parte central de la sala B (ver plano) está ocupada por un amontonamiento de bloques y formaciones calizas. Sobre una de ellas y a la altura de la vista se encuentra sobre una estalagmita la representación de un bisonte en posición vertical y con el vientre hacia la izquierda. Utilizando formas de la roca se configura una figura con cabeza y cuerpo de bisonte acabando en extremidades inferiores aparentemente humanas, donde se puede apreciar con claridad la forma del pie humano. Se pueden observar en trazo negro los cuernos en la parte superior, aprovechando una concavidad natural se insinúa el ojo que para ser remarcado se han grabado trazos finos en su contorno. La giba aprovecha una protuberancia natural de la roca, la cual ha sido resaltada por medio de la técnica del raspado. Aunque el estado actual del pigmento es bastante precario en origen toda la representación estuvo pigmentada de negro. Tiene unos 73 ctm. de altura.

Su ubicación adquiere especial interés, pues la mayoría de los teriántropos se sitúan en el interior de las cuevas, en lugares relativamente aislados pero con una apreciable relación con el resto de las pinturas y gravados coetáneos o posteriores a su realización. En el siguiente plano podemos ver la situación de este humano-bisonte respecto al resto de las demás muestras gráficas.

Este teriántropo se le ha denominado muchas veces como el hombre-bisonte, cuando no existe ninguna muestra gráfica de que se trate de un hombre. Así, su denominación debería de ser humano-bisonte, sobre todo cuando tenemos el antecedente de la cueva de La Cueva de Chauvet, donde se muestra claramente una mujer-bisonte. Este teriántropo del Auriñaciese se encuentra en una sala al final de la cueva, se localiza ena formación calcárea separada de la pared y estaría rodeada de una serie magnífica de pinturas, entre las que destacan los leones.  

Teriántropo y figuras de leones de la cueva de Chauvet
Las similitudes de las dos cuevas no dejan de ser algo forzadas, pero si parece entreverse cierto contexto común, aún muy difícil de encontrar y exponer. Uno de los principales problemas es la falta de datación de la figura de El Castillo, lo que podría significar que estamos hablando de dos proceso muy separados en el tiempo, pero puede que no tanto en su simbolismo.

Esta falta de dataciones nos obliga a recurrir a comparaciones formales o criterios estilísticos que realizados diversos autores. Así, Leroi Gorham la situó dentro del Magdaleniense, en el estilo IV de su clasificación. Sin embargo, las recientes dataciones realizadas por medio de las series de uranio (Artepaleolítico. Antigüedad y relaciones sociales) en diversas cuevas del norte de la Península Ibérica, entre las que se encuentra la cueva del El Castillo, ha supuesto una revolución y puesta en duda de las clasificaciones temporales basadas en las formas estilísticas. Las recientes dataciones de esta cavidad nos ofrecen cuarto muestras con unas fechas muy interesantes por su antigüedad:

- Animal indeterminado en negro del Techo de las Manos: la costra superpuesta indica que se dibujó hace al menos 22.600 años.

Galería de los discos (Dixi Media Digital) 
- Disco (gran punto) rojo de la Galería de los Discos: se han podido fechar costras de calcita situadas por encima y por debajo de la figura; los resultados indican que se pintó entre 36.000 y 34.100 años.

Se dató la mancha sobre el panel de manos de color rojo. Las manos y bisonte más arriba de color más ocre son posteriores (Dixi Media Digital).
- Mano negativa en rojo del Techo de las Manos: la costra superpuesta indica que se pintó hace más de 37.300 años.
- Disco (gran punto) rojo del Techo de las Manos: la costra superpuesta indica que se pintó hace más de 40.800 años.

Estudio de los teriántropos

Los teriántropos son manifestaciones gráficas que, por su forma iconográfica (mezcla intencionada de animales y humanos), ubicación y posible significado, estarían en conexión con las figuras (pintadas, grabadas y esculpidas) que se encuentren en el interior de las cavidades o situadas lejos de los lugares de hábitat. Por tanto, su estudio debe realizarse en común, pues para un fin común fueron creadas. Pero además, su análisis debe basarse en una racionalización de todos los datos arqueológicos por medio de una metodología que permita su realización lo mejor posible. En este contexto, los métodos tradicionales de la Arqueología serían los adecuados para analizar su periodo de creación y localización, los animales representados (tema, soporte, análisis gráfico, grado de realismo-abstracción), la sexualidad asociada, la ubicación en la cueva y múltiples las asociaciones de todo tipo que se puedan comprobar. Pero para la compresión de un posible significado habría que ampliar el campo de disciplinas que puedan tener una incidencia explicativa importante. Es decir, habría que introducir los métodos y ciencias de la Arqueología cognitiva, pues no hay que olvidar que lo que se estudia no es solo las manifestaciones gráficas, sino el desarrollo cognitivo de los humanos que crearon en ese momento y lugar tales muestras gráficas de un complejo simbolismo. Esto complica mucho el trabajo, pues tales disciplinas son ajenas a las tradicionalmente usadas dentro de la Arqueología, como podemos ver en el siguiente esquema.


En este sentido, habría que valorar algunos factores que se escapan del tradicional trabajo arqueológico, me refiero a la cognición de los seres humanos que crearon estas muestras. No es la primera vez que escribo sobre tal problema (La cognición humana en Arqueología), pero creo que hay que insistir en un proceso del que muy poco se ha tratado de aclarar. Tanto es así que muchos autores ni lo mencionan, me refiero a la evolución cognitiva, diferente de la biológica (La desconocida evolución cognitiva). Hay que resaltar que la interpretación de este complejo simbolismo no puede recaer en simples exposiciones teóricas con un fundamento muy dudoso (p. e. las comparaciones etnográficas), o razonamientos en los que la subjetividad tenga un papel muy importante. Se requiere una racionalización del estudio del simbolismo  por medio de una metodología adecuada que, sin duda, se englobaría dentro de la Arqueología cognitiva.

Un ejemplo de esta necesidad de racionalización sería el estudio de la evolución cognitiva del género Homo, en donde el origen y desarrollo de la autoconciencia sería un factor clave de todo el proceso conductual de nuestro linaje. Sin embargo, el estudio de la autoconciencia es un tema que prácticamente se ha mantenido alejado del trabajo arqueológico tradicional. Su causa es claramente académica y metodológica, pues su contenido parece que se escapa de las líneas de investigación arqueológicas. Los procesos de desarrollo cognitivo en los que la autoconciencia adquiere un papel primordial no son manejados ni tenidos en cuenta a la hora de explicar la evolución cultural humana. La metodología de la Nueva Arqueología o Procesualismo siempre explica los avances humanos en todos los campos como mecanismos adaptativos que realizan los seres humanos por medio de las capacidades cognitivas adquiridas por la evolución (d’Errico y Stringer, 2011; Banks, d´Errico y Zilhão, 2013). El dualismo evolución y adaptación (mutación y selección natural) sigue las bases del neodarwinismo más tradicional, donde se encuentra cómodos y sin ningún interés en responder a las cuestiones evolutivas que ya vimos en el apartado de metodología de estudio.

El estudio de los teriántropos, y del arte paleolítico en general, debe realizarse tras el conocimiento de nuestra realidad cognitiva dentro del proceso evolutivo que nos ha generado. Para ello hay que ampliar notablemente los campos académicos usados, tratar de reunirlos por formas metodológicas interdisciplinarias, para así logra explicaciones de lo que pasó con la mejor base fundamentada posible.  

Banks, W. E.; d´Errico, F. y Zilhão, J. (2013): Corrigendum to “Human-climate interaction during the Early Upper Palaeolithic: Testing the hypothesis of an adaptive shift between the Proto-Aurignacian and the Early Aurignacian” Journal of Human Evolution, Volume 64, Issue 1: 39-55. 
* d´Errico, F. y Stringer, Ch. B. (2011): “Evolution, revolution or saltation scenario for the emergence of modern cultures?” Philosophical Transactions B. 366, 1060-1069. 
GUTIÉRREZ, E. y MUÑOZ, E. (2004): Guía para conocer las cuevas del Monte Castillo. El mayor conjunto de arte paleolítico de la Región Cantábrica. Gobierno de Cantabria
* PIKE, A. W. G.; HOFFMANN, D. L.; GARCÍA-DIEZ, M.; PETTITT, P. B.; ALCOLEA, J.; DE BALBÍN, R.; GONZÁLEZ-SAINZ, C.; DE LAS HERAS, C.; LASHERAS, J. A.; MONTES, R. y ZILHAO. (2012): U-Series Dating of Paleolithic Art in 11 Caves in Spain. Science, 1409-1413.