domingo, 7 de agosto de 2016

Ciencia y Arqueología: transdisciplinariedad

Se puede definir a la ciencia como un sistema ordenado de conocimientos estructurados, adquiridos a través de la experiencia o de la introspección. Su desarrollo a través de los siglos de existencia ha producido notables avances en la compresión del mundo en que vivimos y de nuestra relación con él. Sin embargo, también ha desarrollado una importante parcelación y fragmentación del conocimiento, es decir, la formación de numerosas disciplinas particulares y su consiguiente hiperespecialización. Esta parcelación, que en principio fue necesaria  para poder profundizar en sus cometidos, con cierta posteridad se ha visto como fuente de algunos problemas del desarrollo científico, como sería cierta limitación en el conocimiento complejo de la realidad estudiada. La principal causa de este problema es su incapacidad para comprender las complejas realidades del mundo actual, pues estas se distinguen por la multiplicidad de las relaciones e interconexiones entre las diversas disciplinas que analizan cualquier problema con características comunes. Lo que en principio parecía ser lo más fundamental (creación y desarrollo de diversas disciplinas científicas), con el tiempo y su desarrollo se manifestaron como las causantes de un problema de compleja solución: la excesiva y aislada parcelación científica nos ocultaba que la realidad es la suma de toda ellas, pero que tal realidad es más que los elementos aislados que nos proporcionan cada disciplina, pues la relación entre todos ellos producen una nueva entidad emergente (Martínez Miguélez, 2012).

Cada vez conocemos mejor a los árboles, pero nos cuesta entender la globalidad del bosque

Como es lógico, las ciencias que se han dedicado al estudio de la conducta del ser humano en la prehistoria (Arqueología prehistórica, Prehistoria y Paleoantropología) se suman plenamente a estas características de hiperespecialización. Al tratarse de hechos acaecidos en el pasado, y no en el presente o pasado cercano, muchas ciencias dedicadas al estudio de la conducta humana (Neurología, Psicología, Lingüística, Biología evolutiva, Antropología social, etc.) se han inhibido en el estudio de estos lejanos periodos, o lo han hecho de forma esporádica o limitada, dejando este quehacer a las disciplinas creadas a propósito, pero que partían de la nada y estaban aisladas de las ya desarrolladas.


La gran complejidad del estudio de la evolución cognitiva y cultural del género Homo requiere el apoyo de todas las ciencias que puedan aportar algo en su análisis. En la actualidad, los estudios sobre la conducta de nuestro linaje a lo largo de su evolución requieren de unos métodos y conocimientos que se escapan de los que estas ciencias sociales (Arqueología prehistórica, Prehistoria y Paleoantropología) pueden ofrecer en solitario. Así lo han entendido la mayoría de los que se dedican a estas tareas, siendo constante la unión de los criterios arqueológicos con los propios de otras ciencias (Paleontología, Paleoclimatología, Paleoneurología, Biología evolutiva, Genética, Geología, Física y Química, etc.). Con esta agrupación científica podemos estudiar los datos que nos aportan los yacimientos, es decir, en qué consiste la información, cuándo se creó, dónde tuvo lugar su inicio y desarrollo. Estas cuestiones son las que más ampliamente se ha ocupado el trabajo arqueológico desde su inicio. Prueba de ello es el amplio conocimiento (aunque limitado en numerosos aspectos) que tenemos de las diferentes culturas prehistóricas, lo que nos permite tener un mínimo conocimiento de tan lejanos tiempos. Su manifestación cultural queda reflejada en la gran cantidad de útiles (líticos, óseos, cerámicos, metálicos, etc.) y conductas (cazadores-recolectores, agricultores, ganaderos, metalúrgicos, etc.) que variaran según sean los periodos de estudio. Se sitúan cronológicamente en unos anagramas temporales que cada vez son más exactos, gracias a la constante mejora de los medios de datación actuales. Igualmente, se describen posibles áreas de inicio, de expansión, de influencia, e incluso de regresión de tales culturas. Toda esta información constituye un registro arqueológico enorme, dando la impresión de tener un importante conocimiento sobre el inicio de la Humanidad.

No obstante, existen otras cuestiones sobre las que muy poco se ha intentado trabajar. Me refiero a las preguntas del en porqué esos datos arqueológicos aparecieron en ese lugar y momento, y cómo se crearon. En este punto, es cuando hay que indicar la existencia de cierto desajuste metodológico, relacionado con los contenidos históricos y académicos de la Prehistoria, que dificulta el desarrollo de estos aspectos analíticos, es decir, que nos impiden poder conocer mejor el bosque.

Recientemente se está cambiando el interés por conocer las profundas causas de los cambios culturales detectados en nuestra prehistoria. Así, cada vez se habla más de la cognición humana, de las variaciones neurológicas con las que se relaciona, y de las ciencias que más se dedican a su estudio (Neurología y Psicología, de cuya íntima unión nace la Psicobiología). Con mayor asiduidad se mencionan en diversos trabajos las capacidades cognitivas de los humanos que crearon los restos que vemos en los yacimientos, del simbolismo que puede estar relacionado en ellos. Y, por supuesto, se da gran importancia al desarrollo del lenguaje (Lingüística), el aumento poblacional (Paleodemografía) y a las relaciones sociales entre grupos y dentro del grupo (Antropología social) como partes integrantes del desarrollo cognitivo, social y cultural de las poblaciones humanas. Estas ciencias participan de forma directa en la aparición y desarrollo de tales restos arqueológicos (serían el cómo y el porqué del cambio o desarrollo cultural). Todas ellas explican diferentes aspectos de la realidad estudiada en los yacimientos, cada una de ellas es un árbol, por lo que necesitamos unirlas para entender las características del bosque.

Formas de relación disciplinaria

Las relaciones que existen entre las diversas ciencias aplicadas pueden ser muy complejas (Osborne, 2015). Actualmente, hay cierta tendencia a intentar analizar las características de sus relaciones, lo que se ha llegado, más de forma más didáctica que real, a una agrupación en tres grandes apartados:

A. - Enfoque multidisciplinar, considerado como una mezcla no integradora de varias disciplinas en la que cada una de ellas conserva sus formas, métodos y teorías sin cambio o desarrollo de ninguna de las ciencias utilizadas en tal relación. En este contexto, puede darse el caso de que las teorías de alguna de las ciencias usadas estén en disonancia con las conclusiones de otra, pues no se intenta realizar ninguna síntesis teórica. Los profesionales implicados en una tarea multidisciplinar adoptan relaciones de colaboración con objetivos comunes, pero su fin no incluye una correcta adaptación de todas ellas.
Un buen ejemplo lo tenemos en diversos libros en los que diversos autores exponen sus teorías y estudios sobre un tema (Andrew and Charles, 1996; Beaune, Coolidge y Wynn, 2009), sin que exista una coordinación teórica encaminada a ka busca de unas conclusiones comunes. En general, todos los estudios sobre la conducta humana en el pasado son multidisciplinarios, pero las conclusiones suelen ser independientes. Aunque tales trabajos son muy interesantes, pues nos ofrecen diversas teorías y opiniones sobre problemas concretos, nos indica la necesidad de avanzar en el desarrollo y utilización de nuevas formas de trabajo que nos permitan alcanzar resultados mínimamente coordinados, pues con ello se lograría el desarrollo de una crítica constructiva y la creación de conclusiones con mejores bases teóricas.

B. - El concepto de interdisciplina va más allá de la multidisciplina, pues intenta una búsqueda sistemática de integración de las teorías, métodos, instrumentos, y, en general, fórmulas de acción científica de diferentes disciplinas, a partir de una concepción multidimensional de los fenómenos, y del reconocimiento del carácter relativo de los enfoques científicos por separado (Piaget, Mackenzie y Lazarsfeld, 1973).

Efectivamente, las ciencias (parcelación teórica humana para facilitar el estudio de los procesos) solo explican una parte de los mismos, lo que nos engaña en la compresión de la realidad. Este segundo método de análisis es mucho más difícil de desarrollar que el anterior, pero sus logros pueden superar ampliamente a las simples formas multidisciplinares. A pesar de la falta unánime de acuerdo sobre las definiciones de disciplina e interdisciplina, hay que tener en cuenta que todas las áreas de investigación son siempre dinámicas y, por tanto, continuamente emergentes. Así, lo que hoy se considera interdisciplinario, en un futuro próximo puede ser atribuido de simple disciplina. Mientras que los estudios multidisciplinares acaban con la exposición de sus contenidos teóricos, la interdisciplina intenta llagar a conclusiones en las que participen de forma coordinada todas las ciencias utilizadas. 




C. – Dentro de este dinamismo teórico el desarrollo de la interdisciplina llegaría a la concepción de la transdisciplina, concebida como un principio para la unidad del conocimiento más allá de las disciplinas. La interdisciplina desborda las formas y métodos de las disciplinas utilizadas, pero sus objetivos aún permanecen en el seno de la trama de las investigaciones disciplinares. Sin embargo, la transdisciplina implica aquello que está al mismo tiempo entre las disciplinas, a través de las diferentes disciplinas, y más allá de cada disciplina individual. La transdisciplina implica la dinámica engendrada por la acción de varios niveles de la realidad a un mismo tiempo. Con este enfoque todo objeto de estudio o actividad humana no se compartimenta dentro de una disciplina determinada, sino que se asume su naturaleza plural que abarca a diferentes ramas científicas, siendo necesaria la exploración de todas ellas, con la intención de vencer todas las trabas convencionales y alcanzar un mejor conocimiento de nuestro mundo. Se trataría de un conocimiento superior y emergente, fruto de un movimiento dialéctico de retro y realimentación del pensamiento, que nos permite cruzar los linderos de diferentes áreas del conocimiento disciplinar y crear imágenes de la realidad más completas, más integradas y, por consiguiente, más verdaderas (Martínez Miguélez, 2012). En ella podemos ver ciertas características que la definen:

- Se genera al descubrir nuevos objetos de estudio que no pueden ser estudiados desde una perspectiva disciplinaria, produciendo nuevos métodos y nuevas formas de emplear el lenguaje (Zavala, 2010).

- Es un conocimiento que surge de un contexto de aplicación concreto, con sus propias estructuras teóricas, métodos de investigación y modos de práctica (Gibbons, 1994; Osborne, 2015). Intenta resolver problemas reales de forma razonada, ante los cuales las disciplinas son muchas veces insuficientes (Rosenau, 1992).

- Tiende a estar en permanente reestructuración y autoanálisis, adaptándose a las condiciones que provocan la necesidad de crear conocimientos específicos (Klein, 1996).

Estos tres formas de coordinación disciplinar estarían relacionadas entre sí por el dinamismo teórico propio de la ciencia, es decir, por la necesidad de lograr formas metodológicas de estudio que superen la limitación de las estructuras multidisciplinares e interdisciplinares. Si la interdisciplinariedad era difícil de lograr, esta tercera vía de estudio supone un grado de dificultad mucho mayor, así como una concepción científica poco desarrollada en nuestros medios académicos.

De la teoría a la práctica

Sin dejar de estudiar todo lo que nos puede ofrecer cada árbol (ciencias), hay que intentar analizar la complejidad del bosque (relación de las ciencias) en cada tiempo y lugar. Pero no solo en una serie de estudios más o menos interrelacionados (interdisciplinariedad), sino tras la necesaria integración disciplinar en un solo contexto temporal y espacial (transdisciplinariedad) que nos ofrecerá la emergencia de un conocimiento más real y mejor documentado. Sin embargo, en este camino metodológico marcado por el dinamismo de la ciencia presenta muchas dificultades a la hora de llevar sus formas teóricas a una práctica metodológica eficaz. Tenemos diversos ejemplos sobre esta dificultad:

- Sobre los caracteres profesionales de las disciplinas. El término disciplina no es puramente causal, sino que tienen dos aspectos que limitan o encauzan su desarrollo: la de la tradición cognitiva o teórica que la comunidad acepta y transmite (el paradigma que le es propio, que incluye tanto los aspectos conceptuales específicos como los valores y las metodologías); y la relación con los modelos de comunicación y de estructuración teórica propios de la práctica profesional. Existe una relación muy interesante entre ambas que va a marcar su desarrollo. En los periodos de estabilidad teórica e institucional, las disciplinas viven momentos de euforia, caracterizados por la creencia en un avance permanente sobre su objeto de estudio, merced al consenso generalizado de la comunidad respecto del paradigma, y a que no hay en el entorno cuestionamientos que quiebren la paz institucional. En los momentos de crisis, cuando la estabilidad estalla en pedazos, ya sea debido a las fluctuaciones internas, como por la aparición de cuestiones o demandas externas que afectan la práctica habitual, las creencias sobre el avance rectilíneo del conocimiento hacia la verdad se desvanecen. Las instituciones ven cuestionada la disciplina, en los dos sentidos antes mencionados. Y es en ese momento en que suele aparecer el debate o la cuestión de la interdisciplina, e incluso de la transdisciplina (Najmanovich, 1998).

- Su creación y organización. La interdisciplinariedad debe de estar formada por aquellas ciencias que más se relacionen con el tema de estudio y que, en conjunto coordinado, mejor puedan explicarlo. Lo que parece lógico pronto plantea los primeros problemas de su realización: 
¿Quién la forma y que ciencias utilizaría?
Los problemas de su realización comienzan con la propia creación y dirección de estos equipos interdisciplinares. En los medios arqueológicos como es natural recae en el arqueólogo que vaya a dirigir la excavación (Arrizabalaga e Iriarte, 2006), prevaleciendo en su elaboración y organización el criterio de su formación académica y tradición arqueológica, lo que ya indica unos límites y costumbres. Sin embargo, las disciplinas que tradicionalmente se han utilizado en el análisis del comportamiento humano en su origen, desarrollo y evolución en general han sido muy poco utilizadas, casi siempre dentro de un limitado marco de la multidisciplinariedad y pocas veces dentro de una plena interdisciplinariedad y/o transdisciplinariedad. La simple aceptación de la integración científica de la Neurología, Psicología, Antropología social, Demografía, Lingüística y Biología evolutiva como parte fundamental de los estudios sobre el comportamiento humano es el inicio de los problemas de la creación de estas formas de relación disciplinar y, muchas veces, la causa de la elaboración de unas buenas intenciones pero escasos logros entregadores. En este contexto, Edgar Morin (1992: 241) señala que:

Por todas partes, se es empujado a considerar, no los objetos cerrados y aislados, sino sistemas organizados en una relación coorganizadora con su entorno (...); por todas partes se sabe que el hombre es un ser físico y biológico, individual y social, pero en ninguna parte puede instituirse una ligazón entre los puntos de vista físico, biológico, antropológico, psicológico, sociológico. Se habla de interdisciplinariedad, pero por todas partes el principio de disyunción sigue cortando a ciegas.

La organización de un equipo interdisciplinario y/o transdisciplinario supone un importante reto, pues los métodos, objetivos y elementos de estudio de las disciplinas que lo vayan a constituir al ser diferentes hacen muy compleja su interrelación doctrinal. Ni el prehistoriador suele conocer los fundamentos psicobiológicos del ser humano relacionados con la conducta, ni los psicólogos y neurólogos conocen la realidad conductual de los homínidos del paleolítico. Sin un mínimo conocimiento de estas disciplinas es muy difícil la armonización de sus contenidos, hecho que facilitaría el desarrollo de teorías mejor fundamentadas. Esto nos lleva muy lejos, pues implicaría la necesidad de cierto conocimiento sobre las ciencias que van a formar la interdisciplinariedad científica, lo que muy pocas veces se cumple por la enorme complejidad académica que conlleva.

Parece claro que toda interpretación realizada bajo una amplia y adecuada coordinación científica tendría más posibilidades de disminuir la subjetividad que impregna muchos de los trabajos principalmente humanísticos. Pero debe existir un requisito fundamental en toda síntesis interdisciplinar, pues inexcusablemente todas las ciencias que se utilicen deben tener unos fundamentos teóricos que no sean antagónicos. Si en esta confluencia de ciencias existiesen contradicciones teóricas, habría que pensar que alguna o varias teorías de las disciplinas usadas pudiera no ser correcta, pues en la explicación de la conducta humana no pueden coexistir conceptos generales claramente opuestos. Por supuesto, los datos arqueológicos no sólo deberían estar de acuerdo con las tales conclusiones teóricas, sino que la mayoría de las veces serían una guía del camino que la evolución cultural y cognitiva desarrolló en cada periodo y lugar histórico.

- Su gran dificultad teórica. En cada ciencia o disciplina convergen diversas teorías, consecuencia de la diferente interpretación que se realice de las otras disciplinas que convergen en sus cometidos. De las ciencias relacionadas con la conducta humana tenemos: Biología evolutiva (Genética, Embriología, Factores ambientales), Psicología (Psicología evolutiva, Cognitiva: procesamiento de la información, Gestalt, Conductismo, etc.), Neurología (clínica, anatómica, embriológica, psicológica, etc.), Lingüística (carácter innato o adquirido en su origen), Antropología social (evolucionismo, difusionismo, particularismo histórico, antropología social, estructuralismo, ecología cultural, etc.). Cuando se usan estas ciencias debemos tener en cuenta que debe de existir una concordancia teórica entre todas ellas, pero en principio desconocemos cuales se adaptan mejor a las demás. Así, la elección de los profesionales en cualquier estudio interdisciplinar y/o transdisciplinar, aparte de ser muy compleja, debe guiarse por un planteamiento teórico previo sobre las orientaciones de cada ciencia elegida.

- Los problemas de su difusión social y académica. Otro problema que dificultaría su realización radica en el aislamiento científico y metodológico que existe, pues impide comprender con detenimiento las conclusiones de tales estudios interdisciplinares y/o transdisciplinares. Quién no tenga el mínimo conocimiento sobre las ciencias que forman estas formas de relación disciplinarias tendría grandes dificultades para entender sus conclusiones, por lo que las ignoraría o les prestaría poca atención. Si los centros académicos tampoco ponen los medios para que todos los que pasen por sus competencias científicas tengan la capacidad doctrinal para comprender la utilidad de su uso, es muy difícil que los autores que componen cualquier comunidad científica se interesen por los problemas tratados por una interdisciplinariedad que no entienden. Consecuentemente, si no hay demanda social y académica, es muy difícil que exista interés en superar las importantes dificultades que supone ponerse a la altura de tales estudios interdisciplinarios y/o transdisciplinarios, y más aún realizarlos.

Conclusiones

El uso de estas formas metodológicas en la actualidad constituye una realidad de la que no podemos evadirnos. La tendencia hacia la transdisciplinariedad es una forma del quehacer arqueológico que poco a poco se irá imponiendo, pues constituye la mejor forma de comprensión, dentro de los límites propios de los escasos datos que poseemos, de la realidad ocurrida en el pasado. Así, por ejemplo, estudiar el inicio del Paleolítico superior debe de realizarse de forma que los numerosos árboles que conocemos de este periodo (Clima; cronología; geografía; datos de los HAM y HN; conductas tecnológicas, sociales y tecnológicas; simbolismo; demografía del periodo; relaciones sociales de todo tipo y poblaciones; etc.) nos puedan ofrecer un panorama del momento y lugar o bosque totalmente dinámico dentro del continuum que forma todo desarrollo humano en todas sus características.



Un intento de estas características ya lo realicé dentro de la Arqueología cognitiva (La conducta moderna en el Paleolítico superior inicial). Igualmente, pero más limitado al Neandertal (La transición del Paleolítico medio al superior. ElNeandertal). Aunque algo limitado por el paso del tiempo, creo que bien pueden servir como intentos serios de la realización de interdisciplina y/o transdisciplina. 

- Andrew, L. and Charles, R. P. (Ed.) (1996): Editorial introduction to Part III: “Ontogeny: symbolic development and symbolic evolution”. In Handbook of Human Symbolic Evolution. Clarendon Press. Oxford.
- Arrizabalaga, A. e Iriarte, M. J. (2006): “El Castelperroniense y otros complejos de transición entre el Paleolítico medio y el superior en la Cornisa Cantábrica: algunas reflexiones”. Zona arqueológica, 7, (1): 359-370.
- Beaune, Sophie de; Coolidge, Frederick and Wynn, Thomas, eds. (2009) Cognitive Archaeology and Human Evolution. Cambridge. Cambridge University Press
- Gibbons M, Limoges C, Nowotny H, et al. (1994): La Nueva Producción del Conocimiento: La dinámica de la ciencia y la investigación en las sociedades contemporáneas, Londres: SAGE.
- Klein, J. T. (1996): Crossing Boundaries. Knowledge, Disciplinarities, and Interdisciplinarities. Charlottesville, U. Press of Virginia.
- Martínez Miguélez, M. (2012): “Conceptualización de la transdisciplinariedad”, DOI: 10.4000/polis.4623 
- Morin, E. (1992): El Método IV: Las ideas. Vol. 4. Madrid. Cátedra.    
- Najmanovich, D. (1998): Interdisciplina. Artes yriesgos del arte dialógico. Tramas.Asociación uruguaya de psicoanálisis de las configuraciones vinculares. 
- Osborne, P. (2015): “Problematizing Disciplinarity, Transdisciplinary Problematics”. Theory Culture & Society; 32(5-6): 3–35.   
- Piaget, J.; Mackenzie, W. J. M. y Lazarsfeld, P. F. (1973): Tendencias de la investigación en ciencias sociales. Madrid: Alianza.       
- Rosenau, P. M. (1992): Post-Modernism and the Social Sciences. Princeton UP. 
- Zavala, L. (2010):“Transdisciplinariedad. Principios Generales”; Universidad AutónomaMetropolitana-Xochimilco.