miércoles, 14 de junio de 2017

Conductas del presente y del pasado. Evolución cognitiva

Somos consecuencia de la cultura de nuestra época, por lo que intentar trasladar conductas actuales a otros periodos históricos solo nos lleva al error. Cada época tiene sus propios componentes culturales, lingüísticos y cognitivos, lo que siempre debemos de tener en cuenta. Los siguientes ejemplos son más literarios y filosóficos que psicobiológicos, pero recogen el sentir de que nuestra realidad se forja más con el quehacer cotidiano que con nuestra herencia biológica:

...lo único que nos es dado y que hay cuando hay vida humana es tener que hacérnosla, cada cual la suya.... La vida es quehacer
José Ortega y Gasset (Historia como sistema) (1935).

Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo
José Ortega y Gasset (Meditaciones del Quijote) (1914).

La mente humana es la mente humana y a la vez es la cultura, y si no se salva ésta no se salva aquella.
José Luis Pinillos (La mente humana) (1991).


 Sin embargo, existe cierta tendencia a intentar explicar conductas paleolíticas mediante experiencias sociales actuales, amparadas en el concepto de que el cerebro actual es el mismo que en el Paleolítico, lo que anatómicamente es cierto, pero funcionalmente no. Lo cierto es que no podemos hacer otra cosa, pues cómo podemos imaginar lo que se desconoce. Sin embargo, este desconocimiento no debe permitirnos realizar explicaciones sin ningún fundamento que las avale.

Con los aspectos sociales de las manifestaciones gráficas del Paleolítico se han expuesto multitud de opiniones sobre su significado, la gran mayoría con el único aval de los paralelismos etnográficos de las manifestaciones realizadas por poblaciones históricas con un desarrollo cultural parecido a los del Paleolítico superior. La psicología actual entiende que existen diferencias de pensamiento, lenguaje y conducta en diversas poblaciones, las cuales tienen un desarrollo cultural diferente al conocido como occidental. La prehistoriadora Almudena Hernando, en el estudio de las poblaciones sobre indígenas americanos con perduración de sus formas culturales tradicionales, llega a la conclusión que diversos aspectos de su pensamiento y conducta son diferentes a los considerados como modernos de nuestra sociedad. Si en la actualidad existen estas diferencias culturales, más posibilidades hay que se produzcan en las culturas paleolíticas. Así lo indica en su libro “Arqueología de la Identidad” (2000):

No tiene sentido pretender que los habitantes de la Prehistoria o de la Historia eran como nosotros mismos, que entendían el mundo como nosotros lo hacemos, tal y como, inconscientemente, se ha pretendido hasta ahora.

Parte del conocimiento de la falta de diferencias neurológicas y psicológicas entre ellos y nosotros, pues todos participamos de las mismas capacidades que la evolución ha otorgado a nuestra especie. Estas poblaciones de aborígenes, a pesar de tener una clara base simbólica y abstracta en su estructuración lingüística y mental, tienen unas características distintivas y propias, como también ha analizado el psicólogo José Luis Pinillos (1991). Para él, estas poblaciones presentan un pensamiento con unas características distintivas y propias que podemos resumir en los siguientes apartados:

- Concreto o incapaz de grandes abstracciones. Le resulta más difícil referirse a un color en abstracto que a una cosa con ese color. Igualmente, le es complejo hablar de una numeración abstracta, sin una referencia inmediata a cosas que se pueden numerar. Es más difícil decir y comprender el número tres, que expresar y comprender lo que significa tres árboles.
- Sincrético o poco diferenciado, al mezclar lo imaginativo y lo afectivo con elementos verdaderamente abstractos.
- Colectivo o poco individualizado, poco crítico, estereotipado, al aceptar sin crítica personal las creencias vigentes en la comunidad. Prima la individualización social sobre la personal.
- Antropomórfico, humanizador de la Naturaleza o animista. Propenso a adjudicar a los fenómenos naturales cualidades o comportamientos propios de los seres humanos.
- Prelógico, al tener unos razonamientos diferentes a los que usamos nosotros, no porque carezcan de lógica, sino que utiliza sus razonamientos en unos supuestos culturales distintos. Una cosa puede ser varias cosas a la vez (la luna, por ejemplo, puede ser una mujer y un espíritu).
- Místico, reaccionando muy emotivamente ante lo que no se entiende.

Aunque las capacidades cognitivas que el ser humano posee son importantes y de gran potencialidad, es preciso su modelación y/o estructuración por medio de la experiencia y del aprendizaje, pues sin estos requisitos no se produce un verdadero desarrollo de tales capacidades, al menos en la forma en que normalmente solemos usarlas.

Un sencillo, divertido y asombroso ejemplo de tales manifestaciones nos lo ofrece el antropólogo Nigel Barley (1989: 123) en su libro “El antropólogo inocente” donde, al intentar que miembros de la tribu de los dowayos del Camerún identificaran con sus nombres a diversos animales de su medio (leopardos y leones) mostrándoles unas fotografías de los mismos, se dio cuenta de que no podían identificar a ningún animal en esas fotos, pues no sabían interpretar lo que se les mostraba. A pesar de conocer perfectamente a los leopardos no los reconocían en las fotografías, pues para poder hacerlo es preciso aprender a verlas con anterioridad, es decir, que el cerebro aprenda a relacionar un animal viviente con esas manchas de colores o grises que están en un papel, si no se aprende no pueden relacionarse.

Este aprendizaje, en algún momento de nuestra primitiva prehistoria, pudo tener los caracteres de iniciación mágica o religiosa en los inicios del arte prehistórico. Si se mostraban a ciertos miembros de la sociedad prehistórica los dibujos de un animal bien conocidos por todos (bisonte, caballo, reno, etc.) por primera vez, con poca luz y la dificultad del lugar para ver el dibujo mejor, lo cierto es que no verían nada reconocible y necesitarían un aprendizaje iniciático que le pudiera desarrollar sus capacidades visuales en esas extrañas facetas de manchas y líneas de colores.

Todo, hasta las cosas aparentemente más sencillas, hay que aprenderlas, es decir, hay que enseñar al cerebro a reconocer una figura, un sonido o cualquier otra sensación susceptible de ser recogida por sus terminaciones sensitivas. La explicación más razonada sería en que la creación del nicho cognitivo-cultural (creado y mantenido por las poblaciones humanas de cada época) es diferente es todos los matices que se muestra en los diferentes formas de actuar. La evolución nos ofrece amplias posibilidades de desarrollo cognitivo, pero es el medio ambiente (nicho cognitivo-cultural) el que va a determinar las características de su desarrollo. Es lógico que dentro del mundo de la arqueología todas estas aseveraciones se escapen de su compresión, al entrar en disquisiciones teóricas no asumidas por los fundamentos de sus disciplinas académicas. Pero, intentar cualquier explicación de la conducta humana (simbólica, lingüística, flexible y razonada) en el Paleolítico con las meras opiniones personales fuera de los conceptos psicobiológicos actuales, solo nos lleva a un marasmo de opiniones sin base científica que aburre a muchos y desespera a todos.


La Arqueología cognitiva (Estructuralismofuncional) intenta paliar esta  situación, utilizando interdisciplinariamente los datos actuales y comprobados de las ciencias relacionadas con la conducta humana. Las conclusiones siguientes bien pueden servir para empezar a comprender la realidad de la evolución cognitiva humana.

- La evolución crea un entramado neurológico innato predispuesto a procesar toda la información que le llega.

- La naturaleza de esta información depende de las características del nicho cognitivo-cultural.

- El cerebro se estructura funcionalmente en función de las características de los estímulos que recibe del medio ambiente.

- El lenguaje es el modo más importante para adquirir ordenadamente la información exterior y reorganizar funcionalmente la estructura neuronal heredada (Evolución cognitiva y lenguaje).


- BARLEY, N. (1989): El antropólogo inocente. Anagrama. Barcelona.
- HERNANDO, A. (2002): Arqueología de la identidad. Akal. Móstoles (Madrid).
- ORTEGA Y GASSET, J. (1914): Meditaciones del Quijote. Ideas sobre la novela. Cátedra (1984: 118). Barcelona.
- ORTEGA Y GASSET, J. (1935): La Historia como sistema. Colección Austral, 1440. Espasa Calpe (1971: 41-42). Madrid.
- PINILLOS, J. L. (1991): La mente humana. Temas de Hoy. Madrid.